Este lugar pertenece al término municipal de nuestros vecinos de El Almendro, era un sitio mágico para los niños de ambos pueblos. Allí sentados en lo alto de esas imponentes rocas (a la edad de 6 o 7 años, cualquier cosa que levantaba del suelo más de metro y medio era grande) contemplábamos nuestro mundo, sin pensar siquiera en lo limitado que era.
Los chicos de mi generación, en una España aún sumida en la pobreza y con un índice alto de emigrantes, no teníamos televisión y el presupuesto para juguetes era muy limitado, así que nos criamos a golpe de imaginación.
La Peña Maya era el lugar ideal para que nuestras mentes infantiles idearan mil y una historias, mil y un juego...
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