Tomando mi café de la mañana, mi hijo me comentó que se le había pinchado la pelota jugando en un sitio no apropiado. Levanté la mirada de la taza y solté: Ya te lo dije….
Me quedé callada pensando que yo no le había advertido sobre ese hecho, puesto que el niño nunca me comentó antes donde había jugado al futbol con los amigos.
Caí en la cuenta, que esa frase que decimos casi sin pensar, es una advertencia en futuro dicha en tiempo pasado por un hecho ocurrido en presente. Una manera de convertirnos en pitonisas y seguir revalorizando nuestro papel como sabios a los que consultar en próximas acciones.
Después cuando ya vamos creciendo, mamá deja de ser la vidente habitual, convirtiéndose en “”el pepito grillo””de nuestras conciencias junto con cada una de las personas que forma parte de nuestras vidas, haciéndonos las advertencias de rigor a cada paso. Un ya te lo dije es la recriminación habitual a toro pasado cada vez que hacemos algo que ellos no ha dado el pláceme.
El problema viene porque aunque asumamos nuestras equivocaciones, esa famosa frase, esa sentencia preconizadora de males inimaginados, esa espada de Damocles…se convierte en una constante en nuestras vidas, ya que con cada paso que damos o con cada situación que se nos plantea en nuestro deambular diario por estos mundos, terminan transformándose en un error, porque tomes la decisión que tomes o sigas el camino que sigas, siempre habrá un ya te lo dije de alguien que no estará conforme con lo hecho o decidido por nosotros.
Ya sabemos que nunca llueve a gustos de todos y la mayor parte de las veces tenemos demasiada gente a nuestro alrededor opinando sobre cada una de nuestras facetas aunque no hayamos pedido ningún tipo de informe sobre ellas, así que intentar vivir de manera que nadie use el ya te lo dije es imposible.
Ni siquiera la familia divina lo consiguió, teniendo en cuenta que el futuro lo tenían garantizado, pero se equivocaron en los presentes, por ejemplo:
La Virgen María se puso en camino hacia Nazaret cuando estaba fuera de cuentas, en temporada alta y sin reserva de plazas en un hotel. Candidata perfecta para recibir la frase lapidaria.
Su hijo Jesús, siguiendo la misma tradición que su antecesora, se empeñó en ir a Jerusalén cuando lo estaban esperando, desde luego no para darle un premio y además se hizo amigo de Judas, cuando todo el mundo sabía que le iba a dar la puñalada por la espalda… Como este, podemos encontrar muchos más ejemplos.
En estas dos situaciones ambos son candidatos para que la famosa frase les venga al pelo y ni ellos con su visión de futuro fueron capaces de obviarla. Así que imaginad que podemos hacer el resto de los mortales…
Esto es lo que ha salido de mi dosis diaria de cafeína… Ahora os toca a vosotros sentaros y meditar si ha sido posible alguna vez evitar un “”ya te lo dije””
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