sábado, 4 de agosto de 2012

- Nuestra Historia: Capítulo 15º


Todos los "autos de buen gobiernos” iban encaminados, y así lo hacían constar en sus últimos artículos, a que el pueblo viviese siempre en el temor de la Ley y sobre todo en el temor de Dios.
Y por esta causa, la Iglesia jugaba un papel primordial, fundamental, en la vida de nuestros antepasados.
La única Iglesia Parroquial había sido derruida hacía ya tiempo( terremoto de Lisboa, año 1755) y a falta de un lugar más apropiado usábase para la celebración de las funciones y cultos religiosos la Panera o Pósito del trigo, lugar que, además de ser pequeño, no ayudaba a infundir en los vecinos la fe que les hiciera vivir en aquel deseado temor de Dios.
Es por esto que, ya en el siglo anterior y en el que tratamos, se buscasen los medios para realizar una obra, afán difícil de alcanzar, como era la conclusión de la nueva Iglesia.
Leemos, por ejemplo, en julio de 1.818 unos párrafos de una carta en estos términos:

- "para manifestar la grande necesidad que había de procurar activar por cuantos medios fuesen posibles la obra de la nueva Iglesia, en atención a que si así no se hacía, muy tarde tendría fin ésta y crecerían los males y perjuicios que se estaban experimentando con lo reducido de la en que se celebraban los oficios". 

Y sobre el mismo tema he aquí algunos trozos de la carta que en agosto de 1.825 dirigía el Síndico Procurador General del Ayuntamiento Real de esta villa, a la Diputación de negocios del Ilustrísimo Cabildo de la Santa Iglesia Patriarcal de Sevilla en la que se pide se continúe la obra de la nueva Iglesia, solicitada hacía más de medio siglo, "porque el que entonces tenía estaba ruinoso y era muy reducido para un pueblo de 1.000 vecinos"( de 3.000 a 4.000 almas aproximadamente).

Textualmente decían:

- "El Ayuntamiento y clero pusieron en movimiento todos los recursos capaces de acelerar la obra solicitada y por último al cabo de veinte años tuvieron la satisfacción de conseguir vinieran peritos al reconocimiento del Templo; declarado inútil, ruinoso y pequeño, se mandó demoler sacando antes el órgano y otros efectos que pudieran aprovecharse, y cuando era de esperar que tras esta medida se adoptaran todas las demás que se dirigían al fin deseado, se vio con dolor que pasaron otros diez años sin que se emprendiese la demolición y abertura de cimientos para la nueva Iglesia, caminando desde entonces la obra con la misma celeridad, con la que se ha logrado que las paredes tengan en el día tres o cuatro varas de altura. El granero del Pósito Real, edificio solamente capaz de 150 personas, está sirviendo de Iglesia a un pueblo numeroso que se ve privado e imposibilitado de dar a su devoción y piedad todo el ejercicio de las virtudes en los diferentes actos de la Religión, de suerte que puede asegurarse que en Castillejos sólo hay templo para los Ministros del altar, porque, en las festividades, ellos solos bastan para llenarlo. Es verdad que no se oculta al Síndico que la revolución de los años últimos, en que los impíos trataban de abatir por todos los medios la Religión, la Iglesia y sus Ministros, han puesto un obstáculo insuperable a la rapidez de la obra; pero señores, es necesario convencerse y V. V. S. S, lo están muy bien, de que en grandes necesidades, se deben tomar grandes rovidencias”. 

En otra carta, allá por el año 1826, se lee sobre el mismo asunto:

- "Sacado éste de los cimientos y elevado al estado de alborea hasta el año pasado de 1822, alguna otra vez intentaron estos parroquianos redoblar sus esfuerzos con el piadoso objeto de que el templo podría acaso concluirse y servir, al menos, a sus primeras generaciones; pero desde aquella época, Señor, desde aquella época en que pararon los trabajos se perdieron también sus esperanzas y se juzga con fundamento que si no se aplican eficaces remedios extraordinarios aquel lugar demarcado y escogido para alabar a Dios y bendecirle servirá al fin de albergue de animales y escondrijo a insectos inmundos. ¿ Y no es esto, Señor, un poderoso motivo de sentimiento para este vecindario cuando ve que la festividad de los Santos y Misterios de Nuestra Sacrosanta Religión no se pueden solemnizar por más que los Ministros del culto recomienden la reverencia y devoción?" 
 El problema, como se puede deducir, era importante por la importancia de la Religión en la vida de este siglo; sin embargo, a pesar de las numerosas peticiones y esfuerzos populares, "la obra" de la Iglesia seguía por hacerse. La causa; la falta de medios propios de un pueblo que aún no se había recuperado del todo de la ruina en que quedó tras aquella guerra y las malas cosechas que "en el duro campo andevaleño" se daban, igual que las que hoy da y dará mañana esta castigada y sufrida tierra.
                                     (Historia de D. Miguel  Gómez Gónzalez)

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