Es un pozo donde nuestro amigo el aguador ( ver entrada del 25 de junio) se proveía de su valiosa mercancía para repartirla a todas las casas del pueblo para nuestro deleite.

Esa agua fresca, con sabor a agua, se metía en cántaros de barro con tapón de corcho y se iba pasando a jarras de cristal, que se colocaba encima del aparador del comedor con el juego de vasos al lado, todo ello tapado con unos preciosos paños de ganchillo para perservarla de cualquier cosa que pudiera enturbiar su sabor.
Un lugar cargado de recuerdos de excursiones infantiles con muchos espacio para jugar...
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