martes, 2 de octubre de 2012

Cuentos desde mi rincón: Un día en el Olimpo.

    -¿Sabéis que os digo? ¡Qué paso de vosotros, panda de carcamales!-. Eros, abandonó de la estancia de Zeus, su padre, con un portazo. Había tenido una bronca monumental.
 Se fue, muy enfadado, en busca de su madre Hera. Ella  si lo entendida y lo dejaría sin castigo. Tendría que convencerla de que Zeus se había pasado.
La encontró en su habitación, se estaba arreglando para salir.
    -¿Qué te trae por aquí, Eros? Aunque lo imagino. Ya he hablado con tu padre.
    -¡Los recién llegados no traen más que problemas! Papá me ha prohibido salir,  dice que no cumplo con la ley. ¿Qué entenderá Zeus  de lo que quieren los humanos? Siempre he estado ahí, el primero, y ahora me relegan por un nuevo fichaje y en la familia se comenta que es muy bueno. ¡Tonterías!, ¡solo es un romano!
    -¡Hijo cuidada el lenguaje!- le regaña Hera.

    -¡Mamá, escúchame! Reconozco que últimamente  me he pasado un poco, nada grave, y  de vez en cuando, a esos estúpidos humanos  una alegría para el cuerpo  no les va nada mal y me lo agradecen.
Hera le mira en silencio y le deja hablar, sabe que su hijo es un artista justificándose.
    -Papá es antiguo, me ha regañado  porque desde hace una temporada,  a los mortales, los tengo sumidos en el caos. Dice que no puedo valerme de sus inventos para facilitarme la tarea. Ya le he dicho que no es que sea un vago, simplemente puedo llegar a más gente en menos tiempo. Eso parece que no le ha hecho gracia, y menos cuando le he soltado que ya va siendo hora que el Olimpo se modernice un poco, porque huele a rancio.
Sonríe al recordar cómo, lo que llaman internet, sirve para sus propósitos, la juerga, pero eso no lo comenta a su madre. Viéndola  sonreír, Eros decide continuar.
    -Mi hermana Afrodita es la que le ha ido con el cuento, creo que le gusta el nuevo y como no le dejo en paz, por eso se queja.  Por su  culpa estoy castigado sin salir durante 10 siglos y solo “el otro” puede actuar ¡Deberían darle unas clases antes de soltarle por ahí! ¡El  tío  es tonto, un creído y no acierta una! Aunque, si me levantas el castigo, te prometo que dejaré  trabajar en paz, de vez en cuando, a Cupido  y  no le moveré el brazo cuando lance sus flechas, pero  ¡es qué me encanta ver  fallar al pijo! –
Eros, suelta una carcajada recordando las últimas actuaciones del romano. Se da cuenta de que Hera está sería y no le hacen gracia sus bromas. Cambia de táctica.
    -¡Mamá son 10 siglos! Fíjate en la última vez que estuve castigado la que se montó: caza de brujas, inquisición, guerras,…
Con un halo de tristeza en la mirada, Hera habló con su hijo
     -Cariño, por mucho que te duela debes actuar detrás de Cupido. Además he tenido que disculparte ante Juno, su madre. Al pobre le has creado inseguridad y ella está enfadada. Anda por ahí  comentando el recibimiento que les hemos dado.
Hera suspiró
    -Ya sé que son los nuevos, y que no son griegos. El Olimpo está estos días un poco más concurrido y debemos tener paciencia y aceptarles. Los romanos acaban de llegar y aún no conocen nuestras costumbres. El mismo Zeus, ha tenido problemas con el padre de Cupido, Júpiter, que ha venido ya dando órdenes. Por eso, él ha sido más duro contigo. ¡Entiéndelo!, nos los han impuesto y tenemos que compartir el espacio y el trabajo.
Hera se retocó el carmín, y se atusó el cabello. Mirando a su hijo a través del espejo, continúo:
    - Sé que Cupido no está acertado con sus flechas, pero lejos de tu influencia quizás consiga mejorar y además manteniéndote una temporada fuera de circulación, tendré una preocupación menos, dentro del caos que se ha convertido nuestro mundo.
Hera se volvió y advirtió a su hijo
    -Cuando te levanten el castigo, solo actuarás en el momento en que las flechas de Cupido hayan llegado a su destino, no antes. Son  las órdenes de tu padre y también de Júpiter. Esta vez estoy de acuerdo con ellos. Ya tienes  más de 2000 años y aunque aún eres muy niño, tienes que empezar a ser responsable.
Eros fue a replicar, pero su madre se levanto y le hizo un gesto para  que entendiera que la conversación había terminado.
    -Ahora, me marcho a mi partida de cartas. Me aposté 50.000 humanos  y voy perdiendo 20.000. O me pongo las pilas y los recupero  o Artemisa, que es quien me los ha ganado, se los regalara a su marido por su cumpleaños para que monte una guerra, ¡Martes es tan primitivo!
Cuando Eros se quedó solo, dio una patada al sillón que tenía al lado.
-¡Joder,  10 siglos sin salir, otra Edad Media!,  ¡Vaya aburrimiento! ¿Qué hago yo ahora?
Pero esa será otra historia. 

2 comentarios:

  1. pues muy mal.. hay que dejarlo que se explayé

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  2. De vez en cuando a los chicos malcriados hay que atarlos corto, para que no se desmanden.
    Gracias por haberte tomado la molestia de leer las cosas que escribo. Gracias a tí y a todos los que lo hacen.
    Un saludo

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