miércoles, 21 de marzo de 2012

- Nuestra historia: Capítulo 3º

Allá por 1770, los campesinos del Marquesado trabajaban el campo común a todos los pueblos, excepto las dehesas de cada uno, que pertenecían a sus respectivos  municipios.
Para realizar las labores agrícolas en aquella  época se utilizaban herramientas como el calabozo, empleado para desbrozar el monte y  el arado tirado por animales. El estiércol era fundamental para el abono de los campos. Se fabricaba con las basuras de las casas y las caballerizas en lugares llamados esterqueras, donde se dejaba secar durante un tiempo largo, un año o dos para luego ser utilizado. A veces, la escasez del mismo, suponía la prohibición de la venta a los pueblos vecinos, bajo multa de dos ducados. (Aún hoy en algunos cercados de fuera de la localidad se sigue empleando el mismo método para fabricar estiercol, utilizando las basuras de las caballerizas mezclado con paja).
Del ganado lanar, las ovejas de por aquí eran de  raza merina, se utilizaba la carne y se vendía la lana al precio de 50 reales la arroba.
Se cultivaba también el lino que se hilaba y tejía, blanqueándolo después al sol.
Había algunos telares de lana y varios lagares de cera. Importábamos de Aracena el jabón y la sal de Huelva.
Las diversiones eran escasas y no había ferias ni cualquier otra clase de festejos, aunque es de suponer que los hubiera  religioso, como la celebración del Santo Patrono, San Matias.
Por ahora, la villa estaba habitada por 650 vecinos, incluidos los inhábiles y las viudas.
Resumiendo, se podría decir que al final del siglo XVIII, la población era escasa, la vida muy tranquila y con pocos alborotos y la economía débil y supeditada al campo por completo...

(Basado en los textos de D. Miguel Gómez González)

No hay comentarios:

Publicar un comentario