Es la paradoja de dos pueblos que a pesar de la cercanía y de una historia en común, demasiadas veces han preferido mantener las distancias.
Pero también es el lugar donde castillejeros y almendreros se reúnen tres días al año al son de tamboril y flauta y se convierten en un solo pueblo.
Un lugar escogido con sumo cuidado para la reunión de los piedralberos (devotos de Ntra Sra. de Piedras Alba) que se dirigen a la ermita.
En torno a este caballo todos los demás esperan la salida el Domingo de Resurrección y juntos, los dos pueblos, caminan de la mano.

Durante el resto del año, subidos en su pedestal de piedra, jinetes y caballo quizás esperan que como a Pinocho, un hada les de vida y así poder unirse algún día al resto...
Mientras tanto, ellos nos señalan el principio del camino.
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